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La rueda rueda rueda que rueda

Clavos

Clavos Ya ha finalizado esta Semana Santa y la Dirección General de Tráfico nos aporta el número de víctimas mortales producidas durante estas vacaciones (105) y que, por desgracia, ha superado el número del año anterior. A pesar de las campañas preventivas, de los coches camuflados, de mil y una recomendación de prudencia, el número no sólo ha aumentado sino que me parece escandalosamente alto. Habrá que preguntarse que parte de culpa de ello tiene la autoridad competente y qué parte los automovilistas. Como trabajador de la carretera, creo que la autoridad puede hacer más, pero también creo que por parte de los conductores debemos cambiar nuestra actitud al volante. Conducimos como vivimos, es decir, deprisa, agobiados por falta de tiempo, y con gran competitividad y autoexigencia. He sufrido accidentes en los que he salido mal herido, he asistido a diversos accidentes más o menos graves y he visto multitud de accidentes cuando circulaba por diversas carreteras, pero nunca podré superar el dolor, son como clavos, que me produce el conocer las estadísticas de accidentes mortales. Me viene a la cabeza imágenes desgarradoras pero me duelen más las familias de los fallecidos, muchas de las cuales acaban destrozadas. No son solo 105 muertos, son un sinnúmero de personas que sufren y que muchas de ellas no superaran el trauma.
Hoy, pasada la pesada tarea de la Semana Santa, y tener el día libre, me he acercado a la Parte Vieja y la playa. La ciudad se mostraba tranquila, como despertándose de estos días de abundantes turistas. Al llegar a la calle 31 de Agosto he visto que estaban restaurando el Convento de las Clarisas. Es un lugar que siempre me ha pasado desapercibido, y no es porque no se vea fácil, pero al ser un centro de clausura, siempre tengo la impresión de que si me acerco, molesto. Hay lo he hecho y he estado haciendo algunas fotos del edificio y entre ellas, una de la puerta de acceso. Es un excelente trabajo de madera tallada y claveteada.

1 comentario

muralla -

Me encantan esas puertas antiguas. Precioso clavo, realmente.
Un abrazo. Muralla