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La rueda rueda rueda que rueda

Muros

Muros Tras unos días de vacaciones, bueno, días libres acumulados por una serie de circunstancias en este caso, volver a la realidad del día a día, a veces, ha sido como darse de morros contra un muro. Esta vez ha sido más llevadero, supongo que es debido a que muy pronto volveré a estar libre durante 33 días para ir hacer algo que, por un lado me llena de ilusión, pero por otro, me causa una cierta desazón. Supongo que es las dudas que generalmente nos entran a última hora, pero creo que tras la preparación y las largas caminatas que he hecho desde principios de año, no me resultará difícil hacer el Camino de Santiago desde Ronvesvalles en un mes. Al menos estos días de caminatas por las sierras de Sant Llorenç del Munt y la Serra de l'Obac, así como en la de Les Alberes, no me han supuesto gran dificultad y he terminado bastante bien fisicamente, aunque anímicamente, el martes, tras despedirme de Santi y Jason y quedarme solo en Barcelona me vine un poco abajo. Sea por echar de menos su compañía, sea que las grandes ciudades me apabullan un poco, sea por lo que sea, el martes me levanté con una sensación de vacio, de no saber qué hacer en todo el día, hasta el día siguiente que volvía a Donosti. Cuando estoy en casa siempre hago proyectos de qué ver o qué visitar cuando voy a BCN y que me llenan de ilusión y ahora que tenía todo el día por delante para disfrutar de esa espléndida ciudad, no sabía qué hacer. Supongo que es por el hecho de ir cumpliendo años, pero sé que ante situaciones como ésta lo mejor es buscar dentro de uno mismo y ver qué es lo que te da fuerza y te hace seguir. En mi caso son los pequeños detalles, encontrar esas pequeñas cosas que te gustan y te alegran. También sé que hay que abrirse, no quedarse en casa, por lo qu sin muchos ánimos, me eché a la calle. Y efectivamente, BCN, está llena de esos pequeños detalles que te alegran la vista y te empujan hacia adelente. Deambulando y haciendo fotos aquí y allá, llegué al mercado de Gràcia. Es un espacio encantador y con gran sabor local. Entré, pues los mercados me parecen lugares llenos de vida, de sabor y sabiduría. Al pararme frente a un puesto de pescado, la pescatera que estaba limpiando antxoas, levanta la vista y me dice: "¿Quieres boquerones a 5 euros el kilo, guapo? Están ya limpios". Si llega a ser en Donosti no lo habría dudado y ese día habría comido
antxoas, pero en BCN no procedía. Le dí las gracias y le dije que no podía, que estaba de paso. Pero ese "guapo", esa donosura al decirlo, ese garbo limpiando antxoas, esa espontaneidad hizo que una amplia sonrisa se instalara en mi cara y fue como empezase el día de nuevo. Salí a Vía Augusta y bajé hasta las Ramblas, ese gran escaparate, y disfruté de ella. Está claro, todo es cuestión de detalles. Parece mentira cómo un simple "guapo" derriba un muro..., por cierto, me llamó la atención los muros almohadillados de la iglesia de Betlen, en las mismas Ramblas.

2 comentarios

Grial -

Hay veces que hasta una sonrisa puede cambiarte el ánimo..pero no todos somos capaces darla.
Un beso :)

Roberto Zucco -

Por no sé qué estupida razón técnica no he podido entrar en tu blog durante una semana. He leido tus últimos posts. Abrazos.