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La rueda rueda rueda que rueda

Otra vez

Otra vez Hace unos años, creo que fue en el verano del 2000, a causa de unas prácticas de tiro por los militares del cuartel de Aitzoain, en su campo de tiro situado al pie de monte Ezcaba, produjo un gran incendio que devastó toda la ladera norte de este monte, tan querido por los pamploneses y cuya silueta es una de las señas de identidad de la vieja Iruña. Poco a poco se iba recuperando y ya se empezaba a apreciar la labor regeneradora de la naturaleza haciendo que esta ladera mostrase un aspecto reverdecido, aunque ralo y escaso de árboles.
Ayer de nuevo volvía el fuego a este entrañable monte pamplonés. Esta vez por una colilla lanzada desde un coche que cayó a un rastrojo, prendiendo fuego enseguida, pues con la sequía que hay y el calor veraniego, estos campos son pura yesca. Poco bastó para que el fuerte viento norte que hacía ayer llevase las llamas al cercano monte haciendo que de nuevo esta ladera se quemase en gran parte. Más vale que se reaccionó rápido y se pudo atajar el incendio pronto, salvándose la mayoria de la masa forestal que cubre el monte.
¿Hasta cuándo vamos se seguir tirando las colillas por las ventanillas de los coches?
Parece que algo tan evidente de declarar un incendio se tenía que haber erradicado de nuestros hábitos, pero por mi experiencia en la carretera sé que no es así. Es muy frecuente, sobre todo a la noche, que es cuando más se aprecian las brasas al caer al asfalto, ver que esta práctica se sigue haciendo y con más frecuencia de lo que se cree. Me parece que va siendo hora que cada vez que se vea hacer una acción de esta se llame a los forales o ertzainas para dar notificación del acto y los datos del coche infractor. No nos tiene que doler prendas el hacerlo ya que es por el bien de todos y no del Sr. Conde, como decía el chiste popular cuando se iniciaron las primeras campañas de prevención de incencios forestales.

1 comentario

Roberto Zucco -

Pues sí, amigo radle, es lamentable. además yo conozco también ese monte y me parece un desastre ecológico y sentimental.